25.4.13

Érase una vez Tostadas de Tinga y el menú de Satanás.



La primera entrada de un blog, igual que la primera línea de un libro supone una gran responsabilidad: ser una especie de epílogo elocuente acerca de lo que tratarán los próximos capítulos. Lo cierto es que este no es un lugar de responsabilidad ni de elocuencia, es más bien un espacio para divertirse, para diseñar y sobre todo para cocinar.

Jengibre y Alcachofa es un recetario de cocina, pero también de historias, de sabores y sinsabores, experiencias, cuentos, fotografía e ilustraciones... en fin, todo aquello que pueda aderezarse con con las experiencias de la vida.


Lo mejor será empezar contando cómo fue que me enamoré de la cocina, de sus especias, sus sartenes (de teflón, el mejor invento de la humanidad), sus lumbres y sobre todo de su magia. Podrían imaginarse que se trata de una romántica historia sobre un antiguo recetario heredado de la abuela o de un llamado ancestral y casi mágico de las especias tratando de comunicarse a través de sus olores y sabores... y qué creen? que ésta historia dista mucho de eso, la verdad más verdadera es que me enamoré de la cocina porque, en mi vida de universitario, el atún con pasta y las quesadillas con chorizo eran menú seguro día con día; semana con semana, y así hasta convertirse en un mes con mes por 6 medio año. Pasaba una semana y otra, y luego otra y otra más después, una nueva llegaba pero con ella el aterrador menú de satanás que terminó por quitarme el apetito y me orilló a hacer una atrocidad que no le deseo ni al peor de los villanos: No comer por gusto sino por el mero compromiso de tener algo en el estómago sólo para no desmayar. Fue así que bajé 7 kilos por falta de apetito y supe que situaciones extremas requieren medidas extremas.

En mi caso, esa medida extrema fue aprender a cocinar.

Hay dos cosas que nunca nos dicen en los recetarios y que son fundamentales en la cocina: lo primero es que se necesita 7% sazón y 93% práctica, así que si eres de los que dice que se le quema hasta el agua (una vez me pasó, te lo contaré pronto), no te preocupes que nadie está predispuesto a ser un fracaso en la cocina a menos que se lo proponga como tal. El segundo y tal vez más importante todavía aspecto a considerar: la comida que se prepara con amor, difícilmente queda desabrida o se pasa de sal.

Espero no ser malinterpretado en el segundo punto, que cuando hablo de amor no me refiero necesariamente el que se pueda tener por una pareja sino al amor por la comida, por sentarte y pasar un rato maravilloso degustando de los sabores propios o ajenos, de las recetas familiares o restaurantiles (ya sé que no existe la palabra, pero si inventamos recetas y con ellas a nosotros mismos, por qué no habríamos también de inventar palabras tan divertidas y desfachatadas como restaurantiles), o simplemente de un sabor tan sencillo y a la vez enigmático como lo es un helado de vainilla...

En fin, a lo que quiero llegar con todo esto es: NUNCA cocinen sin ganas, sin falta de amor y sin la ilusión de sentarse a la mesa  a disfrutar de ese maravilloso regalo que es el sabor.


Éste primer capítulo, por precepto universal y ley natural, debe de empezar con una receta de mi mamá, que fue la encargada de alimentarme por primera vez y que me preparaba cosas deliciosas que no valoré hasta que me fui a vivir solo y podía probarlas sólo en temporada de vacaciones. Preparemos pues, sin más rodeos las Tosatadas de Tinga de Pollo de mi mamá:











INGREDIENTES
  • Aceite
  • Orégano
  • Laurel
  • Vinagre de manzana (puede ser blanco)
  • Sal
  • Pechuga de pollo
  • Jitomate
  • Chipotles de lata
  • Cebolla
  • Tostadas
  • Crema
Las cantidades? la verdad es que yo en eso soy muy intuitivo y aplico lo que dice mi abuelo cuando le piden una receta: 'Pues ahí tu ponle que te quede rico!'


PROCEDIMIENTO
  1. Se pone a hervir la pechuga con hierbas de olor (tomillo, mejorana y laurel), ajo y cebolla. Una vez que esté bien cocido, se saca del caldo y se deja enfriar para poder deshebrarla.
  2. En una sartén preferentemente de teflón, asar una cantidad de jitomates que igualen en volumen a la cantidad de pollo, es decir si es media pechuga, tal vez 3 o 4 jitomates sean suficientes. Si no tienes idea de cómo asarlos aquí te lo explico a detalle: Los jitomates se ponen a fuego alto y sin aceite, y se dejan hasta que se van poniendo negros de la cascara, se les da vuelta para que se asen de manera uniforme. No se deben de voltear tanto pues se empiezan a desbaratar y no queremos eso. Una vez que estén asados se retiran del fuego, se pelan con cuidado para no quemarte (te puedes ayudar con dos tenedores) y se licúan con chipotle. Por cada tres jitomates se agrega un chilito chipotle y una cucharadita del adobo en el que viene preparado.
  3. Mientras se asan los jitomates, en otra sartén se pone un poco de aceite (si es de oliva mejor) hasta que se caliente, después se agrega la cebolla rebanada en medias lunas (la cantidad de cebolla es en volumen una tercera parte de lo que utilizaron de jitomate) y se sazona con sal, dos piscas de orégano y laurel.  Cuando la cebolla esté translúcida pero todavía firme, se agrega un chorrito de vinagre sólo para dar sabor y se baja la flama. En mi caso yo bajo la Lumbre, que es lo mismo pero me encanta la palabra, así que dejaré del lado el decoro y las buenas costumbres y diré Lumbre en vez de fuego cada vez que sea posible Ü.
  4. Un minuto después de haber incorporado el vinagre a la sartén donde está la cebolla, se sube la lumbre e inmediatamente
     después de agrega el caldo de jitomate con chipotle sin colar, si el caldo quedó muy espeso puedes añadir un poco de agua. Cuando la preparación suelte el hervor añadir la pechuga deshebrada y bajar la lumbre a la mitad para que la mezcla no se seque y de tiempo de incorporar los sabores. Hay que probar de sal, recordando que hervirá un rato y que eso significará un ligero aumento en la concentración de todos los sabores incluída la sal. Si sienten que está casi bien de sal, pero todavía permite un pequeño toque extra no agreguen sal, y en lugar de eso añadan un poquito de polvo mágico para cocinar. Entiéndase polvo mágico como Knor Suiza en polvo. Dejar hervir hasta que la mezcla esté caldosa pero no muy caldosa, seguro que ustedes entienden perfecto a que me refiero (risas), lo que puedo decirles es que consideren que la mezcla se presenta en una tostada, pensando en eso es que pueden calcular bien cómo debe de ser la consistencia final.
  5. Finalmente, con la mezcla tibia o fría, se unta una tostada con crema, se agrega la cantidad deseada de tinga y arriba se le pone un poco más de crema y de sal. A mi me han gustado mucho unas tostadas de la marca Saníssimo, que no están fritas y que son de maíz, que además son una buena opción si se preocupan por las calorías.

Espero que disfruten las tostadas tanto como yo, y cuando las prueben puedan sentir de alguna manera ese apapacho que siento yo cada vez que mi mamá me las prepara a mí. Me encantaría saber sus comentarios de la receta, o si quedó alguna duda o mejor todavía si tienen alguna historia que contar que haya empezado con unas ricas Tostadas de Tinga.

Ü

2 comentarios:

  1. Despues de leerlo, quede encantado con tu elocuencia, las primeras 7 lineas son una gran invitacion a leerlo hasta el final.

    Exito con tu blog.

    Pepe landa.

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  2. Gracias por tu comentario Pepe!

    Ojalá sigas disfrutando de este recetario mágico ;)

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